viernes, 31 de diciembre de 2010

Hoy

Hoy vengo a dejar mi corazón,

este que late en mi pecho,

por una causa que clama justicia,

por un amor puro hacia Palestina,

entrego mi pluma que junto con mi mente

sólo dicen lo que pienso y siento

dejando de lado equívocos y malos tragos...


le digo no al racismo y a la discriminación...


Que la xenofobia se vaya con las fobias

al lado más oscuro del odio sin razón...


Que la verdad y el amor destellen

sin velos ni ataduras...


Que clame la libertad a viva voz

resquebrajando todos los muros...


Que la pasión no me ciegue

permitiendo lucidez a esta mente

que con claridad ve la realidad...


Que la fuerza de la fe en la vida

no me abandone pues el camino

es largo y lleno de obstáculos...


Ariadna de Alejandría

lunes, 27 de diciembre de 2010

Enciende una vela (En memoria de las víctimas de Gaza 2008-2009)



En está hora triste

que nos hundió a todos

en la oscuridad de una noche

eterna y sin luz...


En esta noche profunda

sin estrellas pedimos justicia

por aquel día siniestro

que cegó nuestras vidas

sin piedad ni compasión...


¡Si amaneciera un sol

que nos guiara! o ¡tal vez

esa vela que enciendas!

nos mostraría el camino

para retornar a nuestro

hogar, amada tierra

que nos vió nacer

y los genicidas decidieron

que partiéramos...


Enciende esa vela

y canta con el alma

y el corazón desnudos

para que veamos y escuchemos

una voz amiga y querida

para saber que no estamos solos...


Yo digo

-No podemos olvidarlos y no los olvidaremos

pues nuestros corazones los abrazan,

nuestra mente los recuerda

y nuestra alma está con ustedes...-


Ariadna de Alejandría


Escrito escuchando a John Sokoloff tocando la pieza Espano Russo.



sábado, 18 de diciembre de 2010

No están solos...

Me pasé como un suspiro aletargado

acariciando tu piel... despacio...

alabé tus sentires intensos

y amé con mi corazón pleno

tu geografía que gemía dolor...


Tuve miedo de los recuerdos

que torturan tu mente

y complaciente seduje tu ser

con caricias hirientes...


Intenté darle calor al hielo

que a tu alrededor tus enemigos

creaban llenándolo de silencio

amortajado de muros

y la soledad de la incomunicación

la quebré con el grito pleno de mi voz...


¡Quiero que me escuchés aunque sea vagamente!

¡no estás sola Palestina y esos muros!

¡no serán mortaja ni ataud...!


Lloré al ver mis manos

manchadas con sangre

la de aquellos que ya no están...

sus espectros quieren justicia

y no hay nada más terrible

que un alma que la espera...


Un olivo se mecía al viento

de la tarde...

era un atardecer extraño

había una sensación

de plácida armonía inusual

como la de un sueño...


Que te llena y regocija trayéndote paz...

la misma que habita en la conciencia

de tu pueblo porque ellos son inocentes...


Rememoré ese sueño al despertar

con lágrimas en mis ojos

muy angustiada lloraba y mi pena

agobiaba aun más mi corazón...


Entonces me abracé muy fuerte

como si te abrazara a tí y tu

tuvieras cuerpo, amada Palestina,

Te dije -No estás sola te amo

desde lo más profundo de mi corazón...-

respiré profundamente para terminar

mis palabras -Tu gente es la representación

vívida de tí... no están solos...-


Ariadna de Alejandría

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Un deseo profundo


La noche punzaba en millones de estrellas

y en un parpadeo centelleante

sucumbió ante mí, la idea, más que idea

la necesidad absoluta de un devenir pacífico

en una tierra que no es mía, allá por Medio Oriente...


La noche seguía punzando pero sin estrellas

con una melodía triste que calaba hasta lo más hondo,

lo más profundo que cabía en mí...

en algún recoveco de mi alma que no brilla y es oscura

se encendió como tea ardiente, ese deseo apasionado,

¡veré algún día en esa tierra que amo tanto la paz!


Y la noche con su oscuridad complaciente y mágica

me guiñó un ojo y supe que todo lo que realmente

nos cuesta y por lo cual luchamos con abnegación.

sacrificio, voluntad férrea y esa fé inquebrantable,

se consigue porque lo que cuesta es lo que valoramos...


Ariadna de Alejandría