sábado, 21 de abril de 2007




El cielo gris sólo mostraba la furia
de la tempestad... la mar embravecida
golpeaba sin clemencia la escollera
aquel barco que hacía siglos se perdió
encayó en los arrecifes... las ánimas
que purgaban la condena de ser tripulantes
suplicaban como siempre por paz
la que no hallarían ni muertos...

La cresta del oleaje era la mortaja justa
de aquellos que perecieron hace tiempo
consagrados al espanto en el momento
ávidos de vida no pudieron con el tormento
que la injusta y prosaica muerte los empujara...

Así pasaron los años deviniendo en siglos
aquel barco terminó su naufragio en los corales...
Sin pena ni gloria siendo el olvido la peor
De las tumbas de los marinos...

Ariadna De Alejandría