Tus olivos en llamas
no darán frutos...
Palestina...
tierra sembrada de injusticia
por la mano necia del hombre...
Tu corazón sangra
ante el dolor de tu gente...
el mío sufre ante el tuyo...
Tierra olvidada
por la conciencia del mundo
que prefiere la ceguera
a decir basta...
Y la humanidad
¡Qué humanidad!
Su conciencia perversa
prefiere servir como lacayos
al poder del dinero
y entretener su mente con cosas vanas...
Tu gente ¡a quién le importa tu gente!
A mi y algunos más
pero no somos suficientes
para mitigar tu angustia y tu dolor...
Me desespera, me indigna,
la impotencia orada mi corazón
que llora ante tanta injusticia...
En mi tristeza lloro
por tí Palestina
pareces abandonada y sola
en un mundo oscuro
que lo único que sabe
es de ambición y desamor.
Despojada de todo vives
pero así y todo sobrevivirás,
porque estoy contigo
y no soy la única...
Que la hora oscura
en la que estás inmersa
no quite la esperanza
a tu bello corazón...
Ariadna de Alejandría