lunes, 26 de enero de 2015

ELISABETH LIB WOLFTOCHTER: ARQUITECTA DE LA PALABRA EN BUSCA DEL AMOR DE INTENSIDADES Por Rafael Luviano



Incursionar en la poesía de Elisabeth Lib Wolftochter es una agradable sorpresa que me obliga a decir: ¿Dónde estaba escondida, en la inmensidad de la red virtual? Así, en la construcción o el diseño del lenguaje, Lib debe esforzarse para meditar y plasmar la palabra precisa, encontrar el ritmo que un verso pide para enlazarlo con otro y así lograr la musicalidad poética que me deja un gran sabor de boca, y esto, por su juego de palabras que llevan a una fastuosidad realmente hermosa, fecundada de sentimiento con versos en los que pide que no le quiten sus armas con las que se defiende de la intriga que se teje a su alrededor, con las que se levanta todas las mañanas para comenzar el nuevo día y convencerse de que es tiempo aún de continuar luchando. Clama por no bajar sus brazos de mujer guerrera, que emprende la vida con inusitado valor, al grado de casi decir en unos versos cómo me muero sin tu vida.../ Vivir muriendo por tu muerte/ querer morirme sin tu vida.... Es como la espiral de Paúl Klee que nos lleva a un círculo concéntrico que desemboca al infinito.

Aquí la interrogante frente al sueño aflora ante la ausencia del ser amado, cuando pregunta donde te encuentras más allá del abismo, en ese vacío que la vida no llena. Sin embargo, la voz de la poeta, clama por volver sobre sus pasos en busca del objeto amado. Y lo hará en las noches lunares, cuando los lobos le aúllan insistentemente a la luna, con un furor inaudito.


De esta forma se aprecia un delirio existencial (“No caeré más en el tormento de mi soledad, pues te encontré aferrado a mi mundo y de éste no puedes escapar, ni olvidarte de mi existir...”) que sólo se mitiga con la hora suprema, de la certeza de existir en su memoria y en el sueño que sueña.


En la poesía de Lis Lib el cuerpo del amado es su otra mitad que le permite la presencia y la vitalidad de Eros, y por ello en vez de transitar entre las sombras, la ansiedad, por no contar con la presencia anhelada o de sumirse en la angustia existencial que la ausencia del

objeto conquistado le da a la febril amante. Siente el amor extraviado que no se llora en silencio, sino que se comparte y por momentos parece enconársele en la herida, con una llama de pasión que se enciende en la sangre. Separación que desgarra el alma y que me hace invocar a Góngora: “¡Oh cuánto tarda lo que se desea!”.

La nostalgia para Lib se convierte en un espacio umbroso desde donde imagina el reencuentro de una presencia realmente lejana, obsesiva, pero constante en imágenes, en recuerdos de un ascendente erotismo que tiemblan en el valle de la pérdida, en la oquedad que deja en el ánimo un amor que se queda como un círculo abierto. Vivencias que en el pasado no pudieron completarse y que me hace pensar que su ruta poética no es un camino de lugares apacibles, por el contrario, es una tribulación telúrica que no se cifra imperturbablemente en la soledad o en la tristeza meramente, sino en la búsqueda permanente de múltiples respuestas ante el hecho amoroso y el vacío. ¡Y qué bueno, para regocijo de sus lectores!!!


La obra de esta autora es asimismo una búsqueda hedónica y que se queda como una huella indeleble inscrita en una antigua tradición de la poética latinoamericana: el erotismo que navega entre la necesidad de darse y el extravío. En la urgencia que es un clamor crítico que semeja un ritual colmado de promesas con tal de conseguir el objetivo a toda costa, para inmediatamente del consuelo postergar en la memoria lo vivido.


La emoción que acompaña a su poesía se transmite fácilmente a un lector a través de diversos factores: interés, disfrute, sorpresa y habilidad que nos permite conocer lo que se gozó ayer, en otro tiempo o, acaso en la imaginación. Otro lapso desde el que la confesión a través del cuerpo de su amado, deposita sus temores. Sería como la posibilidad de un renacimiento ante la necesidad incontinente de tocar y poseer al hombre del sueño y, por qué no, internarse en su alma y sus sentimientos.


En el responso amoroso de este ramillete de poemas subyace la hebra de lo onírico que como imagen (“Un suspiro profundo marcó/ el tiempo transcurrido entre/ mis pensamientos y mis sentires/ que complementados trazaron/ el mapa único de mis sueños... ”) de una experiencia aflictiva que representa el amor con todas sus intensidades: La bella Morte que siempre/ me acompaña jamás me ha dejado”. Por tanto, el placer es inversamente proporcional al dolor que después del adiós se carga.


La otra cara del experimento sería como un bálsamo reconfortante que nos dé el alivio necesario: una energía que nos impulse hacia nuevos horizontes luego del reconocimiento en la otra mitad para continuar amando en un juego recíproco. No obstante, si no existiera este tipo de duelo me pregunto: ¿Dónde se fraguaría este tipo de poesía que se forja desde la melancolía? ¿Qué pasaría en las madrugadas solitarias en las que la poeta evoca tiempos distintos, acaso mejores, plagados de carnalidad y de diversos fluidos del cuerpo?


Sugerente es el título de varios de sus poemas, sus temáticas, es un agradable descubrimiento impregnado de erotismo y de sorprendentes imágenes. Aquí aflora también la curiosidad permanente de la autora. Sus descubrimientos en torno al objeto amoroso. Atmósferas y estados de ánimo que invitan al lector a recorrer versos armados a fuerza de sentir el dolor que implica amar dejando jirones del alma en el acto. También existen elementos sustanciales: el tiempo, la distancia, el recuerdo, la misma muerte y el desdén por la parca. El miedo tampoco es ajeno a la experiencia o la confesión de poseer al amante, pero también el posible temor a perderlo.


Evocación, nostalgia, amores lejanos, recreación de lo que fue y difícilmente será. En estos poemas que hasta ahora conozco, Lib imagina con tristeza en su noche insomne, plagada de oscuridad, de olores a tierra y a humedad las remembranzas que necesita atraer al presente para concluir ciclos que no finiquitó y de lo cual parece lamentarse con tristeza.


En sus versos los escenarios y holguras visuales no son sólo los del sentimiento, las vibraciones del alma, las necesidades no satisfechas, las alcobas y la memoria que recorre tiempo y espacio, son también las vivencias de ayer y de hoy o los pensamientos que surgen cuando se arrastra el lápiz y bordean por sueños y el mismo mar. Elisabeth al igual que una pertinaz amante se aventura a lo más profundo y auténtico de sí misma, donde el deseo queda atrapado en el roce de otra piel, mientras el capricho de la invocación puede terminar en un sollozo, en un llanto desgarrado y rebelde que busca

respuestas en el acto de deletrear lo pasado a través del verso. Son como las resonancias de instintos dolientes, de reflujos de todos sus sentidos. De un alma con fiebre de agonía, con el fuego en las venas.

Esta obra plagada de emoción y aventura va directamente a lo que Montagu señalaba: “de todas las necesidades netamente humanas, la necesidad de amar es la más básica. Es la necesidad que nos hace humanos”.


Además la poeta a través de su urgencia de darse, de realizarse en el goce adolescente de amores tibios que permanecen en el recuerdo, convierte el pasado en añoranza de instantes no resueltos en la conquista plena que se convierte en pena por el transito del tiempo, con su crueldad a cuestas, por la condición finita del cuerpo por la congoja que se torna en sollozo por tanta pasión contenida.


Finalmente en este mar de melancolía donde embarcan los versos ataviados de sentimientos, la artista me deja la sensación de continuar conociendo algo más de su obra, pues estoy seguro de que Lib impregna de embeleso el sentir de los que la descubrimos, para continuar indagando en la experiencia del cuerpo, en sus saturaciones, vahos, secreciones y sudores; en la humedad de la tierra y sus reflujos, en la dualidad del amor y la indiferencia; en los caminos del silencio y la palabra justa. En la vigorosa pasión de vivir en toda su intensidad hasta que la muerte lo permita. Esperemos mucho más de Elisabeth Lib Wolftochter. Que el silencio nunca le venza, que no le canse el cansancio de sus otras actividades que pudieran ser muchas y extenuantes.


Los poemas en los que se basó para escribir esta reseña son los siguientes:



Mis Armas https://www.facebook.com/notes/elizabeth-lib-lacrimosa/mis-armas/164427563732


Complitud https://www.facebook.com/notes/elizabeth-lib-lacrimosa/complitud/100853318732


Sueño https://www.facebook.com/notes/elizabeth-lib-lacrimosa/sue%C3%B1o/56033233732


Un suspiro profundo marcó https://www.facebook.com/notes/elizabeth-lib-lacrimosa/un-suspiro-profundo-marc%C3%B3/47905583732


Habito allí donde la vía láctea... https://www.facebook.com/notes/elizabeth-lib-lacrimosa/habito-all%C3%AD-donde-la-v%C3%ADa-l%C3%A1ctea/45881783732